martes, 24 de agosto de 2010

3. Estilo y composición.

No hay libro en el NT que contenga más alusiones al AT, aunque no se cite textualmente ni una sola vez. En su mayoría se refieren a los relatos de los orígenes y a los profetas, y suponen familiaridad no sólo con la versión griega de los LXX, sino también con los originales hebreos o arameos. Su estilo pulula de construcciones gramaticales defectuosas, que no pueden atribuirse a la falta de conocimiento de la lengua griega, sino a la intención de conseguir un lenguaje hierático y solemne.

Para expresar su experiencia recurre el autor a un material estilístico tradicional; usa figuras y narraciones de estilo mítico, por ejemplo, los cuatro jinetes, los dos testigos, la lucha del dragón contra la mujer, las dos fieras, etc. Los símbolos, de gran belleza y hábilmente utilizados, consiguen dar al libro una elevación extraordinaria.

No puede demostrarse que los cánticos e himnos, tan abundantes en la obra, estuvieran en uso en las asambleas cristianas del tiempo; mucho más probable es que sean composiciones poéticas originales del autor. Este no quiere describir una ceremonia cultual celeste o terrestre, sino una serie de acontecimientos escatológicos. Fue, sin duda, su propia experiencia visionaria la que impuso el plan del libro.

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