jueves, 30 de septiembre de 2010

LAS DOS FIERAS. Ap 12,18-13,10.

12 18 El dragón se detuvo en la arena del mar.

13 1 Entonces vi una fiera que salía del mar; tenía diez cuernos y siete cabezas, llevaba en los cuernos diez diademas y en las cabezas un título blasfemo.
2 La fiera que vi parecía una pantera con patas de oso y fauces de león. El dragón le confirió su poder, su trono y gran autoridad.
3 Una de sus cabezas parecía tener un tajo mortal, pero su herida mortal se había curado. Todo el mundo, admirado, seguía a la fiera;
4 rindieron homenaje al dragón por haber dado su autoridad a la fiera y rindieron homenaje a la fiera exclamando: "¿Quién hay como la fiera?, ¿quién puede combatir con ella?.
5 Dieron a la fiera una boca grandilocuente y blasfema y el derecho de actuar cuarenta y dos meses.
6 Abrió su boca para maldecir a Dios, insultar su nombre y su morada y a los que habitaban en el cielo.
7 Le permitieron guerrear contra los consagrados y vencerlos y le dieron autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación.
8 Le rendirán homenaje todos los habitantes de la tierra, excepto aquellos cuyos nombres están escritos desde que empezó el mundo en el registro de los vivos que tiene el Cordero degollado.
9 Quien tenga oídos que oiga:
10 El que está destinado al cautiverio,
al cautiverio va.
Al que tenía que morir a espada,
a espada lo mataron (
Jr 15,2).
¡Aquí del aguante y la fe de los consagrados!


EXPLICACIÓN.

En la época de Juan, el "Dragón/poder divinizado" se encarna en el Imperio romano, simbolizado por la fiera, que exige adoración divina y lleva a cabo su obra destructora.

En la arena del mar, terreno sin estabilidad (cf. 14,1: el Cordero "en el monte") (18). El mar representa en el Apocalipsis un residuo del caos inicial, destinado a desaparecer (cf.21,1: "y el mar ya no existía). Una fiera que salía del mar (13,1): No es una orden de Dios ni un ángel quien suscita esta fiera. Juan combina las cuatro fieras de Dn 7,1-7 (figuras de imperios paganos), para describir el poder imperial romano, prototipo del opresor. Diez cuernos, cf.17,12s: diez reyes vasallos; siete cabezas, cf. 17,9s; las siete colinas y siete emperadores; diez diademas, los reinos que domina; título blasfemo, los títulos divinos asumidos por los emperadores. El poder imperial no es divino ni procede de Dios, es agente del Enemigo del hombre (cf. 12,9: "el diablo, Satanás"), que reina por su medio (le confirió su poder, etc.) (2). Una de sus cabezas, etc. (3): ha logrado superar una crisis que lo ha puesto en peligro, quizá la guerra civil después de la muerte de Nerón (parodia de Jesús muerto y resucitado). El pueblo admira la fuerza del imperio y hace suya la ideología del poder (rindieron homenaje al dragón); se hace incondicional de sus propios opresores (4).

Blasfema, cf. v,1: "un título blasfemo". Cuarenta y dos meses, cf. 11,2s; 12,6, el tiempo de la persecución. La divinización del poder (culto al emperador), blasfemia contra Dios. No tiene nada positivo que ofrecer (6). Dios no interfiere en el juego de las libertades humanas (7). Sumisión universal (cf. Dn 3), pero los destinados a lavida no se dejan seducir (8). Con el texto de Jr 15,2, Juan describe la suerte de los que niegan su adhesión a la fiera. Reacción cristiana: aceptar la persecución renunciando a toda violencia (9-10).

La mujer y el dragón. 3ª parte. Ap 12,13-17.

13 Cuando vio el dragón que lo habían arrojado a la tierra se puso a perseguir a la mujer que había dado a luz el hijo varón.
14 Le dieron a la mujer las alas del águila real para que volase a su lugar en el desierto, donde será sustentada un año y otro año y medio año lejos de la serpiente.
15 La serpiente, persiguiendo a la mujer, echó por la boca un río de agua, para que el río la arrastrase;
16 pero la tierra salió en ayuda de la mujer, abrió su boca y se bebió el río salido de la boca de la serpiente.
17 Furioso el dragón contra la mujer, se marchó a hacer la guerra el resto de su descendencia, a los que cumplen los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.


EXPLICACIÓN.

El declive de su prestigio no hace desistir al poder de la persecución contra la comunidad cristiana (13). Las dos alas del águila real, lit. "de la gran águila", alusión a Ez 17,7, donde un águila gigante, sin duda figura de Dios (cf. Éx 19,4; Dt 32,11) hace que Israel encuentre las aguas que aumentarán su fecundidad. Aquí, la ayuda no es exterior, Dios potencia a la comunidad misma (le dieron las dos alas) con una fuerza que le permite escapar rápidamente del asedio del perseguidor, refugiándose, como antes, en el desierto, es decir, reafirmando su ruptura con la sociedad injusta; esta ruptura es lo que la mantiene en vida (será sustentada) y la hace invencible. La comunidad cristiana no tiene poder ni se enfrenta con su enemigo. Un año, etc., lit. "un tiempo y tiempos y medio tiempo" (cf. Dn 7,25; 12,7), son los tres años y medio o 1260 días que duran la persecución y el testimonio (cf. 12,6).

La serpiente (15), el dragón en cuanto tentador que extravía al género humano (12,9); ataque indirecto, pero irresistible (de su boca, ¿promesas?; la tierra, aliada de la mujer (cf. 11,19: "los que destruyen la tierra") (16). Fracasado el intento contra la iglesia en su conjunto, persigue a grupos cristianos; nuevo ensañamiento, descrito a continuación (17).

La mujer y el dragón. 2ª parte. Ap 12,7-12.

7 En el cielo se trabó una batalla. Miguel y sus ángeles declararon la guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles declararon guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron.
8 y desaparecieron del cielo definitivamente;
9 al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás y extravía a la tierra entera, lo precipitaron a la tierra y precipitaron a sus ángeles con él.
10 Oí en el cielo una aclamación:

-¡Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios,
de su poderío y de su reinado,
y de la potestad de su Mesías!
Porque han derribado al acusador de nuestros hermanos,
al que los acusaba día y noche ante nuestro Dios;
11 ellos lo vencieron con la sangre del Cordero
y con el testimonio que pronunciaron
y no amando la vida hasta temer la muerte.
12 Regocijaos por eso, cielos
y los que en ellos habitáis.
¡Ay de la tierra y del mar!
El diablo bajó contra vosotros rebosando furor,
pues sabe que le queda poco tiempo.


EXPLICACIÓN.

Paréntesis. Miguel (cf. Dn 10,13,21; 12,1) representa la fuerza divina en favor del pueblo de Dios, la comunidad cristiana. La batalla: transposición a nivel trascendente de un antagonismo existente a nivel histórico: Dios (el mensaje de Jesús) niega el carácter divino del poder; éste pretende conservar la usurpada condición divina (Lucharon, etc. ) (7). Mientras el Hombre ha sido elevado a la esfera divina (12,5), su antagonista, el dragón/poder, es expulsado definitivamente de ella. Desacralización del poder político y de sus agentes (sus ángeles), con alusión a la divinización del Estado fomentada por el culto al emperador (8). Se identifica al dragón/poder con la serpiente que provocó el pecado y la muerte del género humano. No es sólo violento, sino también insidioso (9: extravía, como a los primeros padres). Ruina de sus pretensiones: el dragón/poder es sólo una realidad terrestre.

Aclamación: El reinado de Dios y del Mesías en lugar de la tiranía del dragón (10a). El poder y sus agentes acusaban de impiedad a los cristianos por negarse a practicar el culto imperial (cf. Job 1-2; Zac 3,1s); según ellos, acatar el poder equivalía a acatar a Dios (10b). La batalla mítica entre Miguel y el dragón se expone en términos históricos: son los cristianos quienes han vencido al dragón. La muerte de Jesús a manos de los poderes del mundo (la sangre del Cordero) les ha dado fuerza para desafiarlos, sin arredrarse por la pérdida de la vida (11). Alegría por la liberación (12a). El poder, consciente de su fracaso y de su precariedad, va a actuar con mayor saña (12b).

LA MUJER Y EL DRAGÓN. Ap 12,1-6.

12 1 Apareció en el cielo una magnífica señal: una mujer envuelta en el sol, con la luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas.
2 Estaba encinta, gritaba por los dolores del parto y el tormento de dar a luz.
3 Apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, y en las cabezas siete diademas.
4 Su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra.
El dragón se quedó delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando naciera.
5 Ella dio a luz un hijo varón, destinado a regir a todas las naciones con cetro de hierro (Sal 2,9); pero arrebataron a su hijo y lo llevaron hasta Dios y su trono.
6 La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios, para que allí la sustenten mil doscientos sesenta días.


EXPLICACIÓN.

Comienza la exposición del contenido del librito. La persecución al mensaje cristiano es la concreción histórica de una lucha más profunda. Descrita en términos míticos, es la lucha entre Dios y el dragón, figura del mal, identificado con Satanás, "el Enemigo" y "la serpiente antigua", que causó la muerte del hombre. En términos históricos, es la desmitificación del poder, que, gracias al testimonio de Jesús y al de sus seguidores, pasa de ser considerado como divino (el dragón en el cielo) a ser visto como el Enemigo del hombre y adversario del plan de Dios; el designio divino liberador se propone destruir el poder, que oprime al hombre y le impide alcanzar su plenitud.

Se abre esta sección con la presentación de la comunidad cristiana como realidad trascendente insertada en la historia.

Magnífica ( lit. "grande") señal, imagen portadora de un mensaje de fundamental importancia ; en el cielo implica la trascendencia divina. Teniendo en cuenta los símbolos usados por los profetas, una mujer, que es esposa y madre hace pensar en la relación de Dios con el pueblo y en su fecundidad. Envuelta por Dios de sol: amor de Dios hacia ella (cf. Os 52,1; 61,10); la luna bajo sus pies, dominio sobre la sucesión del tiempo, existencia por encima de las vicisitudes humanas (cf. Sal 89,37s, en contexto de alianza); corona, realeza; de estrellas, dimensión trascendente; doce, el nuevo Israel universal (cf. 21,12-14). El atuendo de la mujer indica pues, la realidad trascendente del nuevo pueblo de Dios, la comunidad cristiana.

Madre fecunda (2): parto particularmente doloroso (a través de la persecución; cf. Jn 16,20); tensión de la comunidad hacia una realidad nueva, el nacimiento del Hombre (el hombre nuevo, la plenitud humana, cuyo prototipo es Jesús; cf. Jn 16,21) en cada uno de sus miembros.

Otra señal (3), nuevo mensaje procedente también de la esfera divina (en el cielo). Dragón, símbolo de una voluntad de mal que consigue sojuzgar a los hombres y escapa de su control; fuerza tremenda y temible (grande), sanguinaria (rojo), con plena vitalidad (siete cabezas): máxima expresión del mal, pero su fuerza (cuernos), aunque grande, no es ilimitada (diez). Esta fuerza de mal se encarna en el poder político (diademas). Quiere acaparar el poder (barrió la tercera parte de las estrellas del cielo, figura de los príncipes o poderosos que derroca, cf. Dn 8,10.24s, de Antíoco Epífanes) (4a). Carácter demoníaco del poder, hasta ahora divinizado.

Desproporción entre la fuerza del mal y la de la mujer. El poder no tolera la existencia del hombre nuevo (para devorar) (4b). Hijo varón, fuerza. La comunidad va realizando en la historia el designio de Dios sobre el hombre y consigue hacerlo a pesar de las fuerzas hostiles. Aunque históricamente débil, no será destruida; por el contrario, vencerá y dominará a sus adversarios (destinado a regir, etc., Sal 2,9; cf. Ap 2,25s, donde se dice a todo cristiano "que salga vencedor"); fracaso de la tentativa de eliminar al hombre nuevo, que, participando de la libertad y señorío de Dios (hasta Dios y su trono), queda fuera de su alcance (5). La comunidad como realidad terrestre sigue perseguida; en el desierto (6), fuera de los valores de la sociedad (situación de éxodo respecto a la sociedad opresora), encuentra refugio y protección divina. 1260 días, tres años y medio (cf. 11,2s), el tiempo de la profecía y de la persecución de los dos testigos, figuras de la comunidad (11,3).

CUARTA SECCIÓN: LA SÉPTIMA TROMPETA Y LA SERIE DE LOS CUENCOS. Ap 11,15-19.

15 Al tocar su trompeta el séptimo ángel se oyeron aclamaciones en el cielo:
-¡El reinado sobre el mundo
ha pasado a nuestro Señor y a su Mesías
y reinará por los siglos de los siglos!
16 Los veinticuatro ancianos que están sentados delante de Dios cayeron rostro en tierra rindiendo homenaje a Dios,
17 y decían:
-¡Gracias, Señor Dios, soberano de todo,
el que eres y que eras,
por haber asumido tu gran potencia
y haber empezado a reinar!
18 Montaron en cólera las naciones,
pero tu cólera ha llegado:
el momento de juzgar a los muertos,
pequeños y grandes;
para recompensar a tus siervos los profetas,
a los consagrados y a los que respetan tu nombre,
para destruir a los que destruyen la tierra.
19 Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza; se produjeron relámpagos, estampidos, truenos, un terremoto y temporal de granizo.


EXPLICACIÓN.

Culmina la serie de las trompetas: ante esa realidad de persecución, ha llegado el momento de que reinado de Dios se manifieste a la humanidad, y se acabe la injusticia del mundo. Aclamación entusiasta de voces celestes: los que habían esperado y aquello por lo que habían orado ("llegue tu reinado") va a cumplirse al fin (15).

Los ancianos, la humanidad nueva en su estado definitivo (16), da gracias a Dios por la reivindicación que va a verificarse; el que eres y que eras: llegado el final, se suprime el tercer miembro, y que viene (cf. 1,4-8) (17). El himno utiliza motivos del AT (montaron en cólera las naciones, cf. Sal 2,1; pequeños y grandes, cf. Sal 115,13). A la cólera de las naciones paganas se opone la cólera de Dios (18); este concepto significa que nada detendrá las consecuencias autodestructoras del mal cometido por los hombres. Se mencionan los acontecimientos finales: el juicio, la recompensa y la destrucción de los que destruyen la tierra, los enemigos de la creación de Dios. Las tres denominaciones: los profetas ( cf. 19,10), los consagrados (cf. 5,8) y los que respetan tu nombre, son tres modos de designar a los cristianos, subrayando respectivamente su misión ante el mundo, la presencia del Espíritu en ellos y su fidelidad a Dios.

La acción divina que se anuncia es una teofanía, simbolizada por la apertura del santuario, la aparición del arca, la tempestad y el terremoto la presencia divina hace vacilar la tierra, cf. Éx 19,18; Sal 18,8; 97,4; Hab 3,6.10) (19). El arca de la alianza, garantía de la fidelidad divina, en el momento del juicio (19).

miércoles, 29 de septiembre de 2010

LOS DOS TESTIGOS. APOCALIPSIS. 11,1-14

11 1 Me dieron una caña como de una vara, diciéndome: "Ve a medir el santuario de Dios, el altar y el espacio para los que dan culto.
2 Prescinde del patio exterior que está fuera del santuario, no lo midas, pues se ha permitido a las naciones pisotear la ciudad santa cuarenta y dos meses;
3 pero haré que mis dos testigos profeticen vestidos de sayal mil doscientos sesenta días".
4 Ellos son los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra.
5 Si alguno quiere hacerles daño, saldrá de su boca fuego que devorará a sus enemigos; así, el que intente hacerles daño morirá sin remedio.
6 Tienen poder para cerrar el cielo y que no llueva mientras dure su profecía; tienen también poder para transformar el agua en sangre y herir la tierra a voluntad con plagas de toda especie.
7 Cuando terminen sus testimonio, la fiera que sube del abismo les hará la guerra, los derrotará y los matará.
8 Sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, llamada en lenguaje profético Sodoma o Egipto, donde también su Señor fue crucificado.
9 Durante tres días y medio, gente de todo pueblo y raza, de toda lengua y nación mirarán sus cadáveres y no permitirán que les den sepultura.
10 Los habitantes de la tierra se felicitarán por su muerte, harán fiesta y se cambiarán regalos, porque estos dos profetas eran un tormento para los habitantes de la tierra.
11 Al cabo de los tres días y medio un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron e npie; el terror sobrecogió a todos los que lo veían.
12 Oyeron entonces una voz potente que les decía desde el cielo: "Subid aquí". Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.
13 En aquel momento se produjo un gran terremoto y se desplomó la décima parte de la ciudad; murieron en el terremoto siete mil personas, y los demás, aterrorizados, dieron la razón al Dios del cielo.
14 El segundo ay ha pasado; el tercero va a llegar pronto.

EXPLICACIÓN.

En primer lugar señala Juan la misión histórica de la iglesia, simbolizada por los dos testigos: proclamar en el mundo el evangelio; el poder del mundo usa la violencia para sofocar su voz, pero inútilmente, pues ella completa su testimonio.

Tras la destrucción del templo de Salomón (586 a.C), el profeta Ezequiel tuvo una visión en la que un hombre tomaba las medidas del templo definitivo (Ez 40-42), donde habitaría la gloria de Dios y que estaría libre de la infidelidad que había profanado el antiguo (Ez 43). Juan recibe una misión semejante (1).

Para los cristianos, el santuario y el altar (1) habían pasado a ser metáforas; el nuevo santuario es la comunidad de los fieles, en la que habita el Espíritu de Dios (cf. 2 Cor 6,16; 1 Pe 2,5). Así lo indica el texto al poner a los fieles en paralelo con el santuario y el altar; literalmente: "Ve a medir el santuario de Dios y el altar y a los que dan culto en él".

En Jerusalén, el patio exterior del templo podía ser visitado por no judíos. En el nuevo santuario, la comunidad cristiana, la situación es distinta: no hay convivencia pacífica con los paganos: por un tiempo éstos seguirán siendo enemigos y perseguidores de la nueva comunidad. No hay patio exterior (2) donde cristianos y paganos puedan mezclarse sin conflicto.

La comunidad cristiana, la ciudad santa, está siendo pisoteada por los paganos,como lo había sido Jerusalén en tiempo de Isaías (63,18). Juan escribe durante un período de persecución; asegura que ésta no durará indefinidamente, sino cuarenta y dos meses (cf Dn 12,7, la de Antíoco Epífanes) = tres años y medio = mil doscientos setenta días, la mitad de siete años (siete = totalidad / plenitud), es decir, un tiempo mucho menos que suficiente para causar daños irreparables.

Aun a riesgo de sufrir persecución, la misión de la comunidad es dar un testimonio (3), para el que se requieren al menos dos testigos, y ese testimonio es profético. De ahí que la iglesia esté representada por dos figuras de profestas.

Para describir su condición se usan dos imágenes: dos olivos (cf. Zac 4,3.11-14: los dos ungidos, rey y sacerdote, atributos de los cristianos, cf. 1,6; 5,7) y dos candelabros o fuentes de luz, como las siete iglesias en la visión inicial del libro (cf. 1,12) (4). La fuerza de su mensaje es irresistible, los adversarios no pueden impedir su proclamación (5). Las dos figuras aparecen bajo los rasgos de los más celebres profetas del AT; ambas ostentan los atributos de Elías (fuego: 2 Re 1; Eclo 48,1-3; cerrar el cielo para impedir la lluvia: 1 Re 17) y de Moisés (transformar agua en sangre, plagas: Éx 7-12) (6).

El testimonio llega a suscitar la persecución sangrienta por parte del Estado, considerado como una potencia diabólica (7: la fiera que sube del abismo); el poder político les dará muerte, pero la sociedad habrá tenido mucho tiempo de captar el mensaje que proponían (cuando terminen su testimonio). Último ultraje, negarles la sepultura, como a gente rechazada por Dios (Sal 79,3; Jr 8,2; 16,4-7; 25,33; 2 Mac 5,10) (8). La ciudad que tal hace es la que en lenguaje profético (lit. "espiritualmente/inspiradamente") se llama Sodoma, la ciudad abominable destinada a la destrucción y Egipto, la tierra de opresión de donde saca el éxodo de Jesús. Jerusalén, que crucificó al Señor, se convierte en prototipo de ciudad maldita y opresora.

Se pensaba que la muerte esra definitiva pasados tres días; así, a los tres días y medio, creerán haber acabado para siempre con la denuncia que los atormentaba; de todo pueblo y raza: el mensaje evangélico pone en peligro la existencia de cualquier forma de opresión en el mundo (9). Alegría de los impíos que piensan haber cerrado la boca a Dios (10).

Pero la suerte de los testigos -como la de todo cristiano- es la misma de Jesús: el triunfo del mundo es sólo aparente (11). Llegará el día en que sean reivindicados públicamente, cuando será evidente que Dios estaba de su parte. Es decir, los adversarios podrán constatar que la persecución, en vez de ponerle fin, fortalece el movimiento suscitado por el mensaje (12).

La resurrección y exaltación de los dos testigos (11-12) se acompaña de una terrible calamidad, aunque limitada (13: la décima parte); la ciudad puede representar a la sociedad, cuya estructura se ve notablemente afectada; siete mil, una totalidad, ruina de un numeroso círculo o clase social. La calamidad hace comprender. Dieron la razón, lit. "dieron gloria", cf. Lc 23,47; Jn 9,24; Rom 4,20. La calamidad y sus resultados parecen ser un anuncio profético del efecto final del mensaje en la sociedad pagana, la desaparición de la injusticia y el cambio de valores, al fin de los "cuarenta y dos meses" de persecución.

viernes, 24 de septiembre de 2010

EL LIBRITO PROFÉTICO. Ap 10,1-11.

10 1 Vi entonces otro ángel vigoroso que bajaba del cielo envuelto en una nube; el arco iris aureolaba su cabeza, su rostro parecía el sol y sus piernas columnas de fuego.
2 Llevaba en la mano un librito abierto. Plantó el pie derecho en el mar y el izquierdo en la tierra
3 y dio un grito estentóreo, como rugido de león; cuando gritó él, los siete truenos hicieron resonar su estruendo.
4 Cuando hablaron lo siete truenos, me dispuse a escribir, pero oí una voz del cielo que decía; "Guárdate lo que han dicho los siete truenos, no lo escribas ahora".
5 El ángel que había visto de pie sobre el mar y la tierra levantó la mano derecha al cielo
6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos (Dn 12,7), por el que creó el cielo y cuanto contiene, la tierra y cuanto contiene, el mar y cuanto contiene: "Se ha terminado el plazo;
7 cuando el séptimo ángel empuñe su trompeta y dé su toque, entonces, en esos días, llegará a su término el designio secreto de Dios, como lo anunció a sus siervos los Profetas".
8 La voz del cielo que había escuchado antes se puso a hablarme de nuevo diciendo: "Ve a coger el libro abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra.
9 Me acerqué al ángel y le dije: "Dame el librito". Él me contestó: "Cógelo y cómetelo; te amargará las entrañas, aunque al paladar te sabrá dulce como la miel".
10 Cogí el librito de mano del ángel y me lo comí; en la boca me sabía dulce como miel, pero cuando me lo tragué sentí una amargura en las entrañas.
11 Entonces me dijeron: "Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos".

EXPLICACIÓN.

1-11 Se interrumpe de nuevo el proceso destructor, que es sólo el envés de la acción salvadora de Dios. Hasta ahora, estando en el cielo, Juan había contemplado la historia humana descubriendo en ella la realización de los designios divinos. Ahora, en esta pausa que precede al son de la última trompeta, se encuentra de nuevo en la tierra.

En el cielo había visto un ángel vigoroso que invitaba a abrir el rollo de los siete sellos (5,2). Ahora ve bajar del cielo a otro ángel vigoroso. Atributos del ángel: arco iris, continúa la alianza de Dios con Noé, por la que prometió que nunca otro diluvio destruiría la humanidad (Gn 9,12-17); sol, cf. 1,16 (de Jesús); columnas de fuego, cf. 1,15 (1). Éste ángel trae un librito (revelación más limitada), no sellado, sino abierto, dispuesto para la lectura (revelación accesible) (2).

El ángel parece personificar la visión de un relámpago que sale de una masa de nubes apiladas sobre el mar y la tierra (dominio universal de Dios). Antes de hablar, el ángel lanza un grito como el rugido de un león, al que hace eco el séptuple trueno, que simboliza la voz de Dios (Sal 29,3-9; Os 1,10; Am 1,2): es un mensaje divino el que trae. Sin embargo, no todo lo que Dios ha dicho puede ser comunicado por el momento (3-4).

El juramento del ángel tiene por modelo Dn 12,7 (cf. Dt 32,40; Neh 9,6). Se ha terminado el plazo (6); Dios señala el cumplimiento de su designio secreto de salvación (contenido en el rollo sellado) (5-7).

Cuando el fin parecía inminente, se renueva la misión profética de Juan (8). Tiene que digerir y meditar las palabras de Dios para poder transmitirlas eficazmente (cf. Ez 3,1-3). Son palabras de consuelo y de tristeza (dulce y amargo) (9-10). Su mensaje se precisa y su misión se ensancha: ya no habla a siete iglesias (2,1ss), sino a muchos pueblos (11). Ha de exponer en detalle la etapa final, explicando el sentido profundo de la historia; aún no se ha hecho ver el sentido trascendente de la batalla que se libra en el mundo ni se han identificado los contendientes.

SEXTA TROMPETA O SEGUNDO AY: LA CABALLERÍA INFERNAL. Ap 9,13-21.

13 Al tocar su trompeta el sexto ángel oí una voz que salía de los ángulos del altar de oro que está delante de Dios.
14 Le decía al sexto ángel, al que tenía la trompeta: "Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río, el Éufrates".
15 Quedaron sueltos los cuatro ángeles, que estaban reservados para matar en tal hora, día, mes y año a la tercera parte de la humanidad.
16 Las tropas de caballería contaban doscientos millones; el número lo oí.
17 En la visión vi así a los caballos y a sus jinetes; llevaban corazas color fuego, jacinto y azufre; las cabezas de los caballos parecían cabezas de león y por la boca echaban fuego, humo y azufre.
18 Estas tres plagas, es decir, el fuego, el humo y el azufre que echan por la boca, mataron a la tercera parte de la humanidad.
19 Los caballos tienen su ponzoña en la boca y también en la cola, pues las colas parecen serpientes con cabezas y con ellas dañan.
20 El resto de los hombres, los que no murieron por estas plagas, tampoco se arrepintieron: no renunciaron a las obras de sus manos, ni dejaron de rendir homenaje a los demonios y a los ídolos de oro y plata, bronce, piedra y madera, que no ven ni oyen ni andan (Sal 115,4-7).
21 No se arrepintieron tampoco de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su lujuria, ni de sus robos.

EXPLICACIÓN.

13-21. La voz sale de entre los ángulos del altar donde se han ofrecido las oraciones de los fieles (8,3) (13). También esta plaga, por tanto, es respuesta a ellas, pero no va a afectar a los individuos aislados, sino a la sociedad como tal. Se pensaba que los reinos o imperios estaban protegidos o apoyados por ciertos ángeles. Aquí, los cuatro ángeles atados junto al río Éufrates representan al Imperio de los partos, situado al otro lado del río (14).

Se desata la fuerza de este imperio (15), famoso por su caballería aguerrida e innumerable (16). Había infligido a Roma humillantes derrotas, en 53 a.C. y de nuevo en 62 d.C. Juan describe la ferocidad de esta cabellería diseñando unas bestias mitológicas (17: cabezas de león, etc.). Los jinetes partos llevaban arcos (cf. 6,2) con los que disparaban con atinada puntería lo mismo al atacar que al retirarse (19: los caballos tienen su ponzoña en la boca y también en la cola).

Los estragos de la invasión no eliminan la idolatría. Los hombres no aprenden con los desastres, siguen con los ídolos que no pueden salvarlos (no ven ni oyen ni andan) y que no son más que proyecciones de los que los fabrican (obras de sus manos) (Dn 5,4) (20); tampoco renuncian a la injusticia: violencia, malas artes, inmoralidad, ambición de riqueza (21). El llamamiento divino simbolizado por estas plagas, lo mismo las interiores (langostas) que las que proceden del exterior (invasión), no tienen por finalidad castigar a los hombres, sino hacerlos recapacitar para provocar un cambio de conducta.

QUINTA TROMPETA O PRIMER AY: LA LANGOSTA. Ap 91-12.

9 1 Al tocar su trompeta el quinto ángel vi en la tierra una estrella caída del cielo. Le entregaron la llave del pozo del abismo y abrió el pozo del abismo;
2 del pozo salió humo como el humo de un gran horno, y con el humo del pozo se oscurecieron el sol y el aire.
3 Del humo saltaron a la tierra langostas y se les dio ponzoña de escorpiones.
4 Se les ordenó que no hicieran daño a la hierba ni a nada verde ni a ningún árbol, sino sólo a los hombres que no llevan la marca de Dios en la frente.
5 No se les permitió matarlos, pero sí atormentarlos durante cinco meses; el terremoto que causan es como picadura de escorpión.
6 En aquellos días los hombres buscarán la muerte y no la encontrarán, ansiarán morir y la muerte huirá de ellos.
7 Las langostas tienen aspecto de caballos aparejados para la guerra; llevan en la cabeza una especie de corona dorada y la cara parece de hombre,
8 las crines son como pelo de mujer y los dientes parecen de león.
9 Tienen el pecho como corazas de hierro y el fragor de sus alas diríase el fragor de carros con muchos caballos que corren al combate.
10 Tienen colas con aguijones, como el escorpión, y en la cola la ponzoña para dañar a los hombres durante cinco meses.
11 Están a las órdenes de un rey, el ángel del abismo; en hebreo su nombre es Abaddón, en griego Apolíon, el exterminador.
12 El primer ay ha pasado; quedan todavía dos.

EXPLICACIÓN.

Se pensaba que las estrellas estaban regidas por ángeles o espíritus, y es una estrella caída quien abre el pozo del abismo. Según la concepción mítica, las fuerzas del caos habían sido aprisionadas y recluidas en lo profundo de la tierra. Abrir el pozo del abismo significaba poner en libertad esas fuerzas destructoras, por mucho tiempo reprimidas (1).

La columna de humo priva de la luz (2); contiene una nube de langosta, que, como en Jl 2,4s, tiene la apariencia de un cuerpo de caballería. Las langostas aparecen en la visión como centauros en miniatura (7: cara de hombre); cabellera de mujer (8); larga como la ciertos guerreros bárbaros. El sonido maléfico de sus alas recuerda el de los carros de combate (9); colas con aguijones (10), cf. v.3.

Son enemigos en apariencia insignificantes (langostas), pero dañinos, que atacan exclusivamente a los hombres vendidos al mal, hasta llevarlos a la desesperación (3-6). Su pequeñez, el ataque individual que efectúan y el tormento que causan parecen situarlas en el plan psicológico, en el de una angustia tan dolorosa y enconada que hace intolerable la vida y excluye toda esperanza de librarse de ella. El tormento, sin embargo, no es indefinido (5.10).

Juan las describe como seres diabólicos, fuerzas caóticas. Tienen un rey, el ángel del abismo (Satanás), el destructor o exterminador, y forman parte de su plan. Abaddon, cf. Job 26,6; el nombre griego Apollyon recuerda el del dios griego Apolo.

LAS CUATRO PRIMERAS TROMPETAS. Ap 8,7-13.

7 Al tocar su trompeta el primero se produjeron granizo y centellas mezclados con sangre y los lanzaron a la tierra: un tercio de la tierra se abrasó, un tercio de los árboles se abrasó y toda la hierba verde se abrasó.
8 Al tocar su trompeta el segundo ángel lanzaron al mar un enorme bólido incandescente:
9 un tercio del mar se convirtió en sangre, un tercio de los seres que viven en el mar murió y un tercio de las naves naufragó.
10 Al tocar su trompeta el tercer ángel se desprendió del cielo un gran cometa que ardía como una antorcha y fue a dar sobre un tercio de los ríos y sobre los manantiales.
11 El cometa se llamaba "Ajenjo": un tercio de las aguas se convirtió en ajenjo y mucha gente murió a consecuencia del agua, que se había vuelto amarga.
12 Al tocar su trompeta el cuarto ángel repercutió en un tercio del sol, en un tercio de la luna y en un tercio de las estrellas: se entenebreció un tercio de cada uno y al día le faltó un tercio de su luz, y lo mismo a la noche.
13 En la visión oí un águila que volaba por mitad del cielo clamando: "¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra por los restantes toques de trompeta, por los tres ángeles que van a tocar!"

EXPLICACIÓN.

7-13. La naturaleza se vuelve hostil para los que se oponen al plan de Dios. Las catástrofes, reflejo de la maldad de los hombres, son sólo parciales; se ven como un aviso divino e incluyen una esperanza de la liberación.

Las tres primeras trompetas provocan plagas que recuerdan las de Egipto (castigo de los opresores y preludio de la liberación): granizo (7), sangre (7,8) y tinieblas (Éx 7-10) (12); se añade el fuego (7) (cf. Jl 2,30) y la montaña ardiente o bólido incandescente que se precipita en el mar (cf. Jr 51,25) (8); esta imagen puede estar inspirada en la erupción del Vesubio que sepultó Pompeya (70 d.C). Ajenjo (11), planta aromática de esencia amarga y tóxica; para el agua envenenada, cf. Jr 9,14; 23,15.

Quedan así parcialmente dañados (un tercio) la tierra y sus productos (7: primera trompeta, hambre), el mar, la pesca y el comercio (8-9: segunda trompeta, terror, hambre), el agua potable (10-11): tercera trompeta, sed), la luz del día y de la noche (12: cuarta trompeta; tristeza).

El grito del águila (13), nota de terror, anuncia el toque de las tres últimas trompetas: nueva dimensión de los males que se avecinan, que ya no dañarán a la naturaleza, sino directamente a los hombres.

TERCERA SECCIÓN: EL SÉPTIMO SELLO Y LA SERIE DE LAS TROMPETAS. Ap 8,1-6.

8 1 Cuando soltó el séptimo sello se hizo el silencio en el cielo por cosa de media hora.
2 Vi a los siete ángeles que están delante de Dios; les dieron siete trompetas.
3 Llegó otro ángel llevando un incensario de oro y se detuvo junto al altar; le entregaron gran cantidad de aromas para que los mezclara con las oraciones de todos los consagrados sobre el altar de oro situado ante el trono.
4 De la mano del ángel subió ante Dios el humo de los aromas mezclado con las oraciones de los consagrados.
5 El ángel cogió entonces el incensario, lo llenó de ascuas del altar y lo arrojó a la tierra; hubo truenos, estampidos, relámpagos y un terremoto.
6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se aprestaron a tocarlas.

EXPLICACIÓN.

1-6. La ruptura de los sellos ha quedado interrumpida por la visión de dos aspectos de la historia de la comunidad cristiana: el tiempo concedido para completar el nuevo pueblo de Dios en la tierra (7,1-8) y el glorioso destino de los que van sufriendo persecución y muerte (7,9-17).

El séptimo sello está aún intacto. Parece que su ruptura, siendo el último, debería indicar el fin; en cambio, se produce en el cielo un silencio amenazador. De hecho, la ruptura del último sello va a inaugurar una segunda serie, la de las trompetas, señal de guerra y de victoria (2). Siete ángeles, cf. 1.20.

En el intervalo de silencio se escuchan las oraciones de los cristianos (todos los consagrados). El altar del incienso, símbolo de la oración (cf. Sal 141,2). Los aromas que se mezclan con las oraciones simbolizan el amor, don divino; con la fuerza de ese amor las oraciones son eficaces ante el trono de Dios. Se alude a la ceremonia matutina y vespertina del templo de Jerusalén: mientras el sacerdote ofrecía el incienso en el altar de oro, un levita tocaba la trompeta, cuyo son se oía fuera del templo. Respuesta a las oraciones: la tempestad y el terremoto que siguen, significando una intervención divina en la historia (5), que va a especificarse con los efectos de las siete trompetas (6).

miércoles, 22 de septiembre de 2010

VICTORIA DE DIOS Y SUERTE DE LOS FIELES. Ap 7,9-17.

9 Después de esto apareció en la visión una muchedumbre innumerable de toda nación y raza, pueblo y lengua; estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de blanco y con palmas en la mano;
10 aclamaban a gritos:
-¡La victoria pertenece a nuestro Dios,
que está sentado en el trono,
y al Cordero!
11 Todos los ángeles que estaban de pie rodeando el trono, los ancianos y los cuatro vivientes, cayeron rostro en tierra ante el trono y rindieron homenaje a Dios,
12 diciendo:
- Amén.
¡La alabanza, la gloria, la sabiduría,
las gracias, el honor,
la potencia y la fuerza
se deben a nuestro Dios
por los siglos de los siglos!
Amén.
13 Se dirigió a mí uno de los ancianos y me preguntó: "Esos vestidos de blanco ¿quiénes son y de dónde vienen?" Yo le respondí: "Señor mío, tú lo sabrás".
14 El me contestó: "Esos son los que han salido de la gran persecución; han lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero,
15 por eso están ante el trono de Dios, sirviéndole noche y día en su santuario; el que está sentado en el trono habitará con ellos;
16 no pasarán más hambre ni más sed, ni el sol ni el bochorno pesarán sobre ellos,
17 pues el Cordero que está ante el trono será su pastor y los conducirá a fuentes de agua viva (Is 49,10) y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos" (Is 25,8).

EXPLICACIÓN.


9-17. Después de haber oído como Dios va a custodiar a los suyos en la tierra, Juan ve una muchedumbre inmensa procedente de todos los pueblos de la tierra, que representa la suerte de los que han sido fieles hasta el fin. La diferencia de origen no les impide gozar del mismo triunfo y lanzar el mismo grito, reconociendo que la salvación se debe a Dios y al Cordero, Jesús (9-10). Son los que han dado la vida por el mensaje y el testimonio (6,9). Los distintivos de los 144.000 describen su condición definitiva: estar de pie indica la superación de la muerte (cf.5,6); la vestidura blanca y (cf. 6,11) la palma en la mano simbolizan la victoria. A la aclamación de los mártires responde todo el coro celeste, que ratifica la aclamación (Amén) y expresa su reconocimiento y alegría por la obra realizada (11-12).

El diálogo con el anciano (13-14) se inspira en Zac 4,1-5. Juan no podía reconocer en la gloriosa multitud a la iglesia perseguida en la tierra. Los que han salido de la gran persecución, los que han consumado su éxodo y han alcanzado la tierra prometida; han lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero; la sangre/muerte de los mártires ha sido cancelada por la vida que dimana de la muerte de Jesús; la adhesión y el seguimiento de Jesús, condenado por la sociedad injusta y crucificado (la sangre del Cordero), obtiene la victoria (vestiduras blancas, resurrección).

Sacerdotes (sirviéndole, etc, cf, 1,6; 5,10), en plena intimidad con Dios (habitará con ellos) (15). La descripción de la felicidad de los mártires recoge motivos de Is 49,10; 25,8, entre otros (16-17) y significa el fin de la opresión y el dolor. Vida permanente (fuentes de agua viva/vivificante); la ternura de Dios con ellos (enjugará), descubre la figura del Padre.

MARCAN A LOS FIELES DE LA TIERRA. Ap 7,1-8.

7 1 Después de esto vi cuatro ángeles, plantado cada uno en un ángulo de la tierra; retenían a los cuatro vientos de la tierra para que ningún viento soplase sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre los árboles.
2 Vi después otro ángel que subía del oriente llevando el sello de Dios vivo. Con un grito estentóreo dijo a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar:
3 "No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente con el sello a los siervos de nuestro Dios".
4 Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel:
5 de la tribu de Judá, doce mil marcados,
de la tribu de Rubén, doce mil,
de la tribu de Gad, doce mil,
6 de la tribu de Aser, doce mil,
de la tribu de Neftalí, doce mil,
de la tribu de Manasés, doce mil,
7 de la tribu de Simeón, doce mil,
de la tribu de Leví, doce mil,
de la tribu de Isacar, doce mil,
8 de la tribu de Zabulón, doce mil,
de la tribu de José, doce mil,
de la tribu de Benjamín, doce mil marcados.

EXPLICACIÓN.

1-8. Respuesta a la pregunta anterior. Se detiene la avalancha destructora (1-3), para que sean marcados los que van a subsistir, los que tienen el Espíritu de Dios (4).

Intervalo de paz, los vientos no soplan sobre la tierra (1). Los intervalos son plazos que Dios da para que los hombres recapaciten y renuncien a la injusticia, evitando la destrucción que amenaza y que sus mismas acciones provocan.

Juan adapta la visión de Ez 9,2-4. En ella aparecía un hombre que, con pluma y tinta, marcaba la frente de los que deploraban las abominaciones que se cometían en Jerusalén; la marca era la señal que los salvaría de la destrucción.

Juan cambia la marca con tinta por el sello, en lenguaje cristiano símbolo del Espíritu (cf. 2 Cor 1,22; Ef 1,13). Las doce tribus de Israel: no las del Israel histórico, del que no quedaban sino dos tribus y media, sino las del desierto y las del Israel escatológico, abierto a la humanidad entera. Ciento cuarenta y cuatro (doce por doce), plenitud de antiguo y nuevo Israel; el múltiplo mil se aplica a las realidades históricas en cuanto en ellas se ejerce la acción de Jesús Mesías. Juan omite la mención de la tribu de Dan, conocida por su infidelidad (cf. Jue 18; omitida en 1 Cr 4-7); en su lugar pone la de Manasés, parte de la tribu de José.

EL SEXTO SELLO: INTERVENCIÓN DIVINA. Ap 6,12-17.

12 En la visión, cuando se abrió el sexto sello se produjo un gran terremoto, el sol se puso negro como un sayo de pelo, la luna se tiñó de sangre.
13 y las estrellas del cielo cayeron a la tierra como caen los higos verdes de una higuera cuando la sacude un huracán.
14 Desapareció el cielo como un volumen que se enrolla y montes e islas se desplazaron de su lugar.
15 Los reyes de la tierra, los magnates, los generales, los ricos, los potentes y todo hombre, esclavo o libre, se escondieron en las cuevas y entre las rocas de los montes,
16 diciendo a los montes y a las rocas: "Caaed sobre nosotros y ocultadnos (Os 10,8)de la presencia del que está sentado en el trono y de la cólera del Cordero,
17 porque ha llegado el gran día de su cólera y ¿quién podrá subsistir?

EXPLICACIÓN.

12-17. Violento terremoto y, al mismo tiempo, un cataclismo en el cielo. Se concebía el firmamento como una bóveda que cubría la tierra; en ella se situaban los astros. La caída de éstos provocaría el caos en la tierra, regida por ellos. En la visión de Juan el cielo mismo desaparece al ser enrollado (14).

El oscurecimiento de los astros y la caída de las estrellas eran imágenes proféticas tradicionales /Jl 2,31; Is 13,10; Ez 32,7s; Jl 2,10; 3,15); el sol y la luna eran los dioses de los paganos (Dt 4,9s); su oscurecimiento señala el desprestigio de los valores represntados por el paganismo; la consecuencia es la caída de las estrellas, símbolo de los príncipes que se atribuyen dignidad divina (cf. Is 14,12-14; 24,21; Dn 8,10; Mc 13,24s). Reacción de todas las clases sociales, comenzando por los poderosos (cf. Is 2,10; Os 10,8; Jl 2,11). Finalmente reconocen que no se trata de una catástrofe natural, sino de un juicio de Dios sobre ellos. El efecto de la cólera del Cordero es que los hombres no pueden engañarse por más tiempo sobre la injusticia de sus acciones. Pregunta final desolada: ¿Quién podrá subsistir? La caída de un régimen injusto espanta en primer lugar a los poderosos y da a todos la impresión de que no hay futuro.

martes, 21 de septiembre de 2010

EL QUINTO SELLO: LOS MÁRTIRES APELAN A DIOS. Ap 6,9-11.

9 Cuando soltó el quinto sello, vi al pie del altar, con vida, a los asesinados por proclamar la palabra de Dios y por el testimonio que mantenían;
10 clamaban a grandes voces:

- Tú, el soberano, el santo y leal,
¿para cuándo dejas el juicio de los habitantes
de la tierra y la venganza de nuestra sangre?

11 Dieron a cada uno una vestidura blanca y les dijeron que tuvieran calma todavía por un poco, hasta que se completase el número de sus compañeros de servicio y hermanos suyos que iban a sufrir la muerte como ellos.

EXPLICACIÓN.

9-11. Quinto sello (9-10): la calamidad aquí descrita afecta a los cristianos: la persecución y la muerte por proclamar la palabra de Dios y por el testimonio que mantenían; no se verifica en un tiempo posterior al de las cuatro precedentes, presenta la situación de las comunidades en el mismo mundo que sufre las plagas anteriores y es un índice de la injustica de ese mundo (9). Con vida, en gr., tas prykhas, indicando la existencia, la vida, como contraste con la muerte que habían sufrido (cf. Mt 10,28).

Con la frase estaban al pie del altar (nueva imagen tomada del templo de Jerusalén) Juan explica el sentido de esa muerte: tiene el valor de un sacrificio, es decir, la proclamación y práctica del mensaje de Dios, que ha culminado con la pérdida de la vida a manos de los enemigos del hombre (asesinados) ha contribuido a la salvación/liberación de la humanidad.

El clamor (10) de los maŕtires pide con urgencia su propia reivindicación (cf. Dt 32,43). Refleja, sin duda, una pregunta que se hacen las comunidades cristianas. Esa muerte injusta no puede dejar a Dios indiferente; ha de llegar un momento en que los asesinos tengan que reconocer su error (el juicio) y los que han muerto como criminales sean reivindicados (la venganza). Dios tiene que mostrar alguna vez ante la historia que está de parte de los perseguidos.

Llegará el momento de la reivindicación, pero no inmediatamente (11). El testimonio de los cristianos ha de continuar, pues su entrega va construyendo la humanidad nueva, objetivo del designio divino; esta labor es más importante que la reivindicación histórica de los mártires cristianos. La vestidura blanca (cf. 3,5.18; 4,4, de los ancianos; 7,9.13; 19,14) significa que comparten la gloria y la condición del resucitado.

viernes, 17 de septiembre de 2010

SEGUNDA SECCIÓN: SE ABRE EL ROLLO. Los cuatro primeros sellos: Los jinetes. Ap 6,1-8

6 1 En la visión, cuando el Cordero soltó el primero de los siete sellos, oí al primero de los vivientes que decía con voz de trueno: "Ven".
2 En la visión apareció un caballo blanco; el jinete llevaba un arco, le entregaron una corona y se marchó victorioso para vencer otra vez.
3 Cuando soltó el segundo sello, oí al segundo viviente que decía: "Ven".
4 Salió otro caballo, alazán, y al jinete le dieron poder para quitar la paz a la tierra y hacer que los hombres se degüellen unos a otros; le dieron también una espada grande.
5 Cuando soltó el tercer sello, oí al tercer viviente que decía: "Ven". En la visión apareció un caballo negro; si jinete llevaba en la mano una balanza.
6 Me pareció oír una voz que salía de entre los cuatro vivientes y que decía: "Un cuartillo de trigo, un denario de plata; tres cuartillos de cebada, un denario de plata; al aceite y al vino, no los dañes".
7 Cuando soltó el cuarto sello, oí la voz del cuarto viviente que decía: "Ven".
8 En la visión apareció un caballo amarillento; el jinete se llamaba "Muerte" y el Abismo lo seguía. Les dieron potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, hambre, epidemias y con las fieras salvajes.

EXPLICACIÓN.

1-8 Para Juan, como para la tradición judía, el cielo no es un lugar remoto separado de la tierra; por el contrario, es en el cielo donde se prepara el futuro del mundo; la visión en el cielo revela al profeta el plan que se está realizando en la historia humana (cf. Mt 6,19; "realícese en la tierra tu designio del cielo").

El profeta presencia acciones simbólicas (soltar los sellos, tocar las trompetas, derramar los cuencos) que son los anuncios celestes de sucesos que han de ocurrir en la tierra. Los símbolos forman series de siete, y el séptimo de cada grupo sirve de introducción a la serie siguiente. Las visiones avanzan según su propia lógica, pero sin perder nunca el contacto con el curso de los acontecimientos históricos.

La ruptura de los sellos da la señal para el primer ciclo de calamidades. Los sucesos provocados por la ruptura de los cuatro primeros están inspirados en Ez 14,21 y >Zac 1,8-11; 6,1-8; son los castigos tradicionales para un pueblo rebelde. En los cuatro se sigue el mismo esquema: ruptura del sello, orden (auditiva), cumplimiento (visivo). El caballo simboliza una fuerza irresistible dentro de la historia humana (2 Re 2,6-11, Elías; 2 Mac 3,25; 5,2-3).

Primer sello (1-2): el caballo blanco cuyo jinete lleva un arco puede representar la caballería de los partos, amenaza constante en la frontera oriental del Imperio romano, que ganó una importante batalla contra Roma en 62 d.C. El caballo blanco y la corona simbolizan la victoria de esos ejércitos (Ez 5,16s; 14,21s). Juan prevé la invasión de bárbaros en territorios del Imperio.

Segundo sello (3-4): Caballo alazán/rojo (sangre): violencia fratricida; una espada grande: el Estado mismo practica la violencia.

Tercer sello (5-6): Caballo negro (tiniebla, Ez 45,10), balanza en su mano, puede disponer de ella. Un cuartillo de trigo era la ración por persona y día; un denario de plata era el jornal de un obrero o campesiono. Carestía para la cebada, el alimento de los pobres, no para los artículos de lujo (aceite y vino, cf. 18,13; Sal 21,17): injusticia social, al mismo nivel que la violencia física y la muerte.

Cuarto sello (7-8): Caballo verde amarillento/bayo. La muerte es propiamente la epidemia, pero engloba las plagas anteriores; el abismo, el lugar de los muertos. Los males afectarán sólo a una parte de la humanidad; las fieras, castigo proverbial, cf. Jr 14,12; 15,3; Ez 5,12.17; 14,21; 33,27.

Las calamidades provocadas por los cuatro primeros sellos no habían sido raras en la historia y eran efectos de la rivalidad y la injusticia. La lógica del mal se considera como un juicio de Dios.

II. LO QUE VA A SUCEDER DESPÚES. PRIMERA SECCIÓN: VISIÓN INAUGURAL.Apocalipsis 4,1-5,14.

4, 1 En la visión apareció después una puerta abierta en el cielo; la voz con timbre de trompeta que me habló al principio decía: "Sube aquí y te mostraré lo que va a suceder después".
2 Al momento me arrebató el Espíritu.
Había un trono en el cielo y alguien sentado en el trono.
3 El que estaba sentado en el trono parecía de jaspe y granate, y el trono irradiaba todo alrededor un halo que parecía de esmeralda.
4 En círculo, alrededor del trono, había otros veinticuatros tronos, y sentados en ellos veinticuatro ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro en la cabeza.
5 Del trono salen relámpagos, estampidos y truenos; ante el trono arden siete lámparas, los siete espíritus de Dios,
6 y delante se extiende una especie de mar, transparente como cristal.
En el centro, alrededor del trono, había cuatro vivientes tachonados de destellos por delante y por detrás;
7 el primero se parecía a un león, el segundo a un novillo, el tercero tenía cara de hambre y el cuarto parecía un águila en vuelo.
8 Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas (Ez 1,5-21; 10,14; Is 6,2-3), estaban tachonados de destellos por un lado y por otro. Día y noche cantan sin pausa:

-¡Santo, santo, santo es el Señor,
soberano de todo,
el que era y que es y que viene!

9 Y cada vez que los cuatro vivientes gritan:

-¡Gloria y honor y gracias
al que está sentado en el trono,
que vive por los siglos de los siglos!,

10 los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, para rendir homenaje al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono diciendo:

- 11 Tú mereces, Señor y Dios nuestro,
recibir la gloria, el honor y la fuerza
por haber creado el universo:
por designio tuyo fue creado y existe.

5 1 En la diestra del que está sentado en el trono vi un rollo escrito por las dos caras y sellado con siete sellos.
2 Vi también un ángel vigoroso que pregonaba con voz potente: "¿Quién es capaz de soltar los sellos y abrir el rollo?"
3 Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni bajo la tierra, podía abrir el rollo y ni siquiera examinarlo.
4 Lloraba yo mucho porque no había nadie que fuera capaz de abrir el rollo ni de examinarlo siquiera.
5 Entonces, uno de los ancianos me dijo: "No llores, ha vencido el león de la tribu de Judá, el retoño de David; él abrirá el rollo y sus siete sellos.
6 Entonces, entre el trono con los cuatro vivientes y el círculo de los ancianos vi un Cordero: estaba de pie, aunque parecía degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a la tierra entera.
7 Se acercó el Cordero y recibió el rollo de la diestra del que está sentado en el trono.
8 Cuando él recibió el rollo, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; tenía cada uno una cítara y cuencos de oro, que son las oraciones de los consagrados, llenos de aromas;
9 cantaban un cántico nuevo:

- Tú mereces recibir el rollo y soltar sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre adquiriste para Dios
hombres de toda raza y lengua,
pueblo y nación;
10 hiciste de ellos linaje real
y sacerdotes para nuestro Dios,
y serán reyes en la tierra.

11 En la visión oí la voz de multitud de ángeles que rodeaban el trono, a los vivientes y a los ancianos; eran miles de miles, millares de millares,
12 y aclamaban:
-¡El Cordero que fue degollado
merece todo poderío y riqueza,
saber y fuerza,
honor, gloria y alabanza!

13 Oí entonces que todas las criaturas del cielo, de la tierra, de bajo la tierra y del mar, todo lo que hay en ellos, respondían:

-¡Al que está sentado en el trono y al Cordero,
la alabanza, el honor,
la gloria y el poder
por los siglos de los siglos!

14 Los cuatro vivientes decían: "Amén", y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.


EXPLICACIÓN.

4,1-5,14 En la visión anterior se había aparecido a Juan un solo personaje, "una figura humana" (1,13), Jesús. En esta segunda visión, va a entrar en lo interior del santuario, donde está Dios (1: una puerta abierta en el cielo). Es la voz de Jesús la que lo invita a entrar (cf. 1,10). Se produce un cambio de escena; la figura central, aunque no se le dé nombre ni se la describa en detalle, es Dios mismo (3). Para explicar su visión Juan utiliza elementos del antiguo templo de Jerusalén. En éste, el santuario interior había albergado en otro tiempo el arca de la alianza, que contenía las tablas de la Ley (Éx 25,10-22) y era el trono de Dios (Is 6,1; Ez 43,7); sobre ella estaban las dos estatuas de los querubines (Ëx 25,18-20; 1 Re 6,23-28).

Juan utiliza estos y otros elementos del antiguo templo para disponer su escenario. La habitación interior del santuario pasa a ser la sala celeste del trono, donde Dios está con su corte y desde donde ejerce su reinado. Las veinticuatro familias de sacerdotes que oficiaban en el templo (1 Cr 24,3-19) quedan sustituidas por veinticuatro ancianos (4); el candelabro de siete brazos, por siete lámparas, los siete espíritus de Dios (3). El gran receptáculo de agua, llamado "el mar de bronce", que se encontraba en el patio interior del templo de Salomón (1 Re 2,23-26), reaparece transformado en una especie de mar, transparente como cristal (6). Inspirándose en la visión de Ezequiel 1, los querubines del arca se convierten en cuatro seres vivos (6), cada uno con características propias (cf. Ez 1,5-21; 10,14) (7). Como los serafines de la visión de Isaías (Is 6,25), cantan alabanzas a Dios (8).

A Dios no se le nombra; Juan describe solamente su aspecto, comparado al de piedras preciosas (jaspe y granate) y la aureola de luz que lo circunda (un halo). Pero Dios no está aislado en su esplendor. Los veinticuatro ancianos (4) representan al pueblo de Dios, nuevo Israel (número doce), ampliado a la humanidad entera (veinticuatro) (cf. 5,9) y visto en su situación definitiva; el grupo simbólico de los veinticuatro ancianos integra a los cristianos que salgan vencedores de la prueba. Los atributos de los ancianos: tronos, vestiduras blancas, coronas, son los mismos que han sido prometidos a los cristianos. Tronos, este pueblo participa de la dignidad y soberanía de Dios (cf. 3,21; 1,6; "linaje real"); como pueblo sacerdotal (ibid.; "sacerdotes"), celebra una liturgia celeste (cf. 5,10) que rinde homenaje a Dios creador (11) y, a continuación, al Cordero salvador (5,9-14); vestiduras blancas, la gloria divina (cf. 3,4s); coronas de oro, la libertad y la realeza (cf. 3,11).

La tempestad que procede del trono simboliza la potencia de las intervenciones divinas en la historia (5). El mar de cristal transparente corresponde al firmamento que separa el mundo celeste del terrestre(6).

Los cuatro vivientes, vueltos hacia los cuatro puntos cardinales, expresan la múltiple acción de Dios, mediante su Espíritu, sobre la humanidad entera (cf. 6,1-7) y la reacción de la humanidad, con el Espíritu, a la iniciativa divina (5,13s). Destellos, en gr. ophthalmón, término que como en Ez 1,18, probablemente no designa "ojos", sino puntos de luz; id. en v.8. Los cuatro vivientes empiezan la alabanza (cf. Is 6,2), a la que van asociándose todas las criaturas (8-9). El gran motivo de alabanza es la creación realizada por Dios, el don de la existencia, expresión de su amor. La aclamación Tú mereces... la gloria, el honor y la fuerza parece incluir una oposición a los títulos imperiales: el único digno de ellos es el creador de la vida (11).

Un rollo (5,1), un documento oficial; en la cara exterior se escribía un resumen del contenido, para poder identificarlo sin necesidad de abrirlo. Este documento procede de Dios mismo (en su mano); contiene su designio salvador (cf. Ez 2,10). El designio está cerrado por siete sellos, significando el absoluto secreto en que se ha mantenido (cf. Rom 16,25; Ef 1,9; 3,5.9; Col 1,26), es decir, la inesperada novedad que Dios quería notificar a la humanidad. Va a ser la apertura de los sellos, no la lectura del contenido, la que desencadene una serie de catástrofes en la tierra. El contenido es el amor de Dios expresado en su proyecto para la humanidad, y es la actuación de ese proyecto la que provoca las conmociones.

Ante un tribunal, solamente una persona de calidad podía hacer saltar los sellos y abrir el documento. Un heraldo (un ángel vigoroso) invita a los presentes a abrir el rollo; impotencia universal (2-3). Desconsuelo de Juan; el ansia de la humanidad no puede realizarse (4). Anuncio esperanzador (5). Es Jesús el único digno de abrirlo. Se le describe como el león de la tribu de Judá, el retoñó de David (cf. Gn 49,9; Is 11,1.10), apelativos que se consideraban descripciones proféticas del Mesías y que exaltaban su fuerza guerrera.

Sin embargo, lo que ve Juan no es un león, sino un cordero, la víctima por excelencia, que lleva además las marcas de su muerte (6). El único capaz de proclamar y ejecutar el designio de amor de Dios es Jesús, cuyo amor ha llegado hasta dar la vida por los hombres. Contraste: el león, símbolo de la fuerza, no ha vencido por la violencia; el Cordero sugiere debilidad, la impotencia de Jesús conducido a la muerte (cf. Is 53,7); resucitado, victorioso (de pie), conserva las señales de su pasión, testigos de la inmutabilidad de su amor. Es el cordero pascual (cf. Éx 12,3-6), cuya sangre ha librado a la humanidad de la muerte.

El Cordero lleva los atributos convencionales de fuerza y conocimiento; los cuernos simbolizan la fuerza (cf. Dt 33,7; Zac 1,18; Dn 7,7-24); el número siete indica su totalidad. Siete ojos (cf. Zac 4,10b: "esas siete lámparas representan los ojos del Señor, que se pasean por toda la tierra"); la identificación de los ojos con los siete espíritus (cf. 1,14) indica la plenitud del Espíritu que se encuentran en Jesús. La unión de ambos atributos muestra que la fuerza del Cordero no se ejerce en el dominio, sino en la comunicación universal de la vida.

Dios entrega el rollo al Cordero, el único capaz de llevar a cabo el designio salvador (7). Homenaje al Cordero, iniciado por los cuatro vivientes y los ancianos (la nueva humanidad). Éstos, como salmistas, tienen cada uno una cítara, y, como sacerdotes, un cuenco cada uno lleno de aromas. Aparece un nuevo elemento, las oraciones de los consagrados, los hombres ungidos con el Espíritu (cf. Rom 1,7); las oraciones están simbolizadas por los cuencos (recipiente que espera ser llenado), los aromas los llenan: las oraciones son agradables a Dios (cf. 8,3; Sal 141,2) (8). pero el homenaje de los vivientes y de los ancianos se centra en el cántico nuevo (cf. Sal 96,1; 98,1; 149,1, etc), que exalta la nueva y extraordinaria obra realizada por Dios en favor de los hombres; la alabanza tradicional no es ya suficiente.

El coro aclama la elección hecha por Dios al confiar el rollo al Cordero (9); el motivo ya no es la creación, sino la dignidad que Jesús ha conferido a los hombres mediante la entrega de su vida. El texto del cántico expresa el contenido del designio divino, ya parcialmente realizado.

Adquirir para Dios (= v.8: "los consagrados"), comunicando el Espíritu/vida, que asimila a Dios haciendo participar de su ser; de toda raza, etc, universalidad, superando las diferencias religiosas y culturales; hiciste de ellos (10; cf. 1,6), explicación del "adquirir para Dios": participación de la realeza divina (linaje real, tronos), acceso a Dios (sacerdotes, cuencos), futuro de señorío y libertad en la tierra (serán reyes, coronas).

Sigue un segundo coro (11), el de los ángeles, los ejecutores de las órdenes divinas; su innumerable multitud subraya la majestad del que está sentado en el trono. Su cántico (12) aclama al Cordero con los mismos títulos de gloria que se aplican a Dios.

Se une finalmente el coro de la creación entera (13), que rinde los mismos honores a Dios y al Cordero. Respuesta (14): el Amén (palabra) de los cuatro vivientes y el homenaje (gesto) de los ancianos; unanimidad en atribuir a Jesús la condición divina.

Una vez expuesta la existencia de un designio divino sobre la humanidad e identificado su ejecutor, Jesús, va a comenzar la exposición de sus etapas.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LAS SIETE CARTAS. Ap 2,1-3,22

2 1 Al ángel de la iglesia de Éfeso escribe así:
Esto dice el que tiene las siete estrellas en su diestra y anda entre los siete candelabros de oro:
2 Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu entereza; sé que no puedes sufrir a los malvados, que pusiste a prueba a esos que se llaman apóstoles sin serlo y hallaste que son unos embusteros.
3 Tienes aguante, has sufrido por causa mía y no te has rendido a la fatiga,
4 pero tengo en contra tuya que has dejado el amor primero.
5 Recuerda de dónde has caído, enmiéndate y vuelve a proceder como al principio; si no, como no te enmiendes, vendré a quitar tu candelabro de su sitio.
6 Es verdad que tiene una cosa a tu favor: aborreces las prácticas de los nicolaítas, que yo también aborrezco.
7 Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias.
Al que salga vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el jardín de Dios.


8 Al ángel de la iglesia de Esmirna escribe así:
Esto dice el que es primero y último, el que estuvo muerto y volvió a la vida:
9 Conozco tu apuro y tu pobreza, y, sin embargo, eres rico; sé también cómo te calumnian esos que se llaman judíos y no son más que sinagoga de Satanás.
10 No temas nada de lo que vas a sufrir; el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para poneros a prueba, pero vuestro apuro durará diez días. Se fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.
11 Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias.
El que salga vencedor no será víctima de la muerte segunda.

12 Al ángel de la iglesia de Pérgamo escribe así:
Esto dice el que tiene la espada aguda de dos filos:
13 Sé dónde habitas, donde Satanás tiene su trono. A pesar de eso, te mantienes conmigo, y no renegaste de mi fe ni siquiera cuando a Antipas, mi testigo, mi fiel, lo mataron en vuestra ciudad, morada de Satanás.
14 Tengo, sin embargo, algo en contra tuya: tienes ahí algunos que profesan la doctrina de Balaán, el que enseño a Balac a tentar a los israelitas incitándolos a participar en banquetes idolátricos y a fornicar.
15 Además otra cosa: tambén tú tienes algunos que profesan la doctrina de los nicolaítas.
16 A ver si te enmiendas, que si no iré en seguida y los combatiré con la espada de mi boca.
17 Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias.
Al que salga vencedor le daré maná escondido y le daré también un guijarro blanco; el guijarro lleva escrito un nombre nuevo que solo sabe el que lo recibe.

18 Al ángel de la iglesia de Tiatira escribe así:
Esto dice el Hijo de Dios, el de ojos llameantes y pies como bronce:
19 Conozco tus obras, tu amor fraterno, fe, dedicación y aguante, y últimamente tu actividad es mayor que al principio;
20 pero tengo en contra tuya que toleras a esa Jezabel, la mujer que dice poseer el don de profecía y que extravía a mis servidores con su enseñanza, incitándolos a la fornicación y a participar en banquetes idolátricos.
21 Le di tiempo para enmendarse pero no quiere enmendarse de su fornicación.
22 Mira, la voy a postrar en cama y a sus amantes los voy a poner en grave aprieto, si no se enmiendan de lo que hacían con ella.
23 A los hijos que tuvo les daré muerte; así sabran todas las iglesias que yo soy el que escruta corazones y mentes y que os voy a pagar a cada uno conforme a vuestras obras.
24 Ahora me dirijo a vosotros, los demás de Tiatira que no profesáis esa doctrina ni habéis experimentado lo que ellos llaman las profundidades de Satanás. No os impongo ninguna otra carga,
25 hasta que mantegáis lo que tenéis hasta que yo llegue.
26 Al que salga vencedor cumpliendo hasta el final mis tareas, le daré autoridad sobre las naciones -la misma que yo tengo de mi Padre-,
27 las regirá con cetro de hierro y las hará pedazos como a jarros de loza (Sal 2,8-9).
28 Le daré también el lucero de la mañana.
29 Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias.

3 1 Al ángel de la iglesia de Sardis escribe así:
Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; nominalmente vivos, pero estás muerto.
2 Anda vigilante y consolida los restos que iban a morir, pues no he encontrado obras tuyas acabadas a los ojos de mi Dios.
3 Recuerda, por tanto, lo que oíste y aún mantienes, haz caso y enmiéndate que, si no estás en vela, llegaré como un ladrón sin que te des cuenta de la hora de mi llegada.
4 A pesar de todo, tienes ahí en Sardis unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos caminarán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen.
5 El que salga vencedor se vestirá de blanco y no borraré su nombre del registro de los vivos, pues ante mi Padre y sus ángeles reconoceré su nombre.
6 Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias.

7 Al ángel de la iglesia de Filadelfia escribe así:
Esto dice el santo, el veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra; cierra y nadie abre (Is 22,22).
8 Conozco tus obras, mira, ante ti dejo abierta una puerta que nadie puede cerrar, pues aunque tu fuerza es pequeña has hecho caso de mis palabras y no has renegado de mí.
9 Haré que algunos de la sinagoga de Satanás, de esos que dicen ser judíos (pero es mentira, no lo son), vayan a postrarse ante ti y se den cuenta de que te quiero.
10 Por haber seguido el ejemplo de mi constancia yo te preservaré en la hora de prueba que va a llegar para el mundo entero, y que pondrá a prueba a los habitantes de la tierra.
11 Llego en seguida, mantén lo que tienes, para que nadie te quite tu corona.
12 Al que salga vencedor lo haré columna del santuario de mi Dios y ya no saldrá nunca de él; grabaré en él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que baja del cielo de junto a mi Dios, y, mi nombre nuevo.
13 Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias.


14 Al ángel de la iglesia de Laodicea escribe así:
Esto dice el amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios:
15 Conozco tus obras y no eres ni frio ni caliente. Ojará fueras frío o caliente,
16 pero como estás tibio y no eres ni frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca.
17 Tú dices: "Soy rico, tengo reservas y nada me falta". Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo.
18 Te aconsejo que me compres oro acendrado a fuego, así serás rico; y un vestido blanco, para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez, y colirio para untártelo en los ojos y ver.
19 A los que yo amo los reprendo y los corrijo; sé ferviente y enmiéndate.
20 Mira que estoy a la puerta llamando: si uno me oye y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.
21 Al que salga vencedor lo sentaré conmigo en mi trono, lo mismo que yo, cuando vencí me senté con mi Padre en su trono.
22 Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias.

EXPLICACIÓN.

2,1-3,22 Jesús Mesías, destinatario de la doxología inicial (1, 4b-6) y que se apareció a Juan (1,12-20), habla a cada una de las iglesias. Su palabra valora la situación de cada una, corrige, anima, exhorta, promete. Todas deben esforzarse por comprender el mensaje del Espíritu, que actualiza en ellas el mensaje de Jesús.

1-7 Destinatario, la comunidad que está en Éfeso, capital de la provincia de Asia. El ángel, la comunidad misma en su dimensión trascendente (1,20: "estrellas", luz celeste), contradistinta del "candelabro", la comunidad en su dimensión terrestre (1,20: "candelabros", luz terrestre, la comunidad en cuanto difusora de un mensaje).

Autorepresentación de Jesús (el que tiene las siete estrellas, cf. 1,16) (1b). Esto dice, fórmula de los oráculos proféticos; Jesús Mesías toma el puesto de Dios.

Juicio de la situación (2-3). Positivo: su firmeza, valentía y constancia frente a los que ceden al paganismo (v.6); negativo, traición íntima, falta de amor (4).

Exhortación particular (5-6): enmienda; de lo contrario, la comunidad de Éfeso dejaría de formar parte del círculo de las iglesias. Bajo un exterior irreprochable, falta lo esencial. Su actitud ante los heterodoxos es un indicio favorable. No hay datos sobre los nicolaítas.

Exhortación general (7a). El mensaje vale para todas las iglesias; el Espíritu les habla recordándoles la enseñanza de Jesús. Oídos, oír, aplicarse a la comprensión en vista de la actividad (7).

Promesa (7b): La recompensa por la victoria sobre el mundo (cf.1 Jn 5,4s) se describe con alguna imagen asociada a la vida futura; aquí con la de comer del árbol de la vida (Gn 2,9; Ap 22,2), gozar de una perenne plenitud de vida. El vencedor, el que colabora hasta el fin en la victoria de Jesús sobre las fuerzas históricas enemigas del hombre.

8-11. A Esmirna. Comunidad en lucha, perseguida por la colonia judía. Autopresentación de Jesús; el vencedor de la muerte, en relación con la promesa final de la carta (v.11).

Juicio positivo: a esta comunidad pobre, sólo elogios. En medio de la persecución, la pobreza de medios y la calumnia, la comunidad es rica por su adhesión a Jesús (9-10). Israel ha perdido su privilegio. Los judíos no tienen derecho a distinguirse con ese nombre; ahora no son más que una perversión del antiguo pueblo (sinagoga de Satanás). Prueba efímera (cf. Dn 1,12.14). La muerte por la adhesión a Jesús, umbral de la vida (10).

Promesa (11b): la muerte segunda (cf. 20,14): además de la muerte física, que para el cristiano no interrumpe la vida, hay una muerte definitiva y total; quien colabora en la obra liberadora de Jesús tendrá vida definitiva.


12-17. Pérgamo era la ciudad más suntuosa de Asia Menor. Había sido capital de los más ricos sucesores de Alejandro Magno y el centro de un considerable imperio. Había en ella un altar monumental a Zeus y un famoso santuario de Esculapio. En Pérgamo, con el templo erigido a Augusto, se inauguró el culto imperial en la provincia de Asia.

Autopresentación de Jesús (12b); la espada de dos filos es su palabra o mensaje (1,16; cf. Is 49,2), que, con su eficacia o fuerza de persuasión (aguda, dos filos), hiende aquel esplendor cultural y religioso, calificándolo de trono de Satanás (12-13). El gobernador tenía el ius gladii, es decir, el poder de vida y muerte sobre todos sus súbditos que no fuesen ciudadanos romanos. La palabra de Jesús está por encima del poder romano. Sé donde habitas (12): la comunidad está presente y actúa en la historia dentro de las estructuras sociales. Satanás, personificación del poder, fuerza enemiga que actúa en la historia a través de estructuras humanas; tiene algo de monstruoso (cf. 12,9: "el dragón") y aspira a ocupar el puesto de Dios (culto del emperador); aquí se encarna en la sociedad pagana organizada; trono, dominio.

Juicio de la situación (13-15). Positivo: elogio de la adhesión inquebrantable cuyo mayor exponente ha sido Antipas el mártir. Negativo: el peligro más grave viene de unos pocos miembros de la comunidad (14). La figura de Balaán (Nm 25,1-3) interpreta en clave del AT el sincretismo pagano-cristiano (Nikolaos = Balaán: "señor/vencedor del pueblo"); después del episodio de Balaán, se narra cómo los israelitas, seducidos por mujeres moabitas, realizaron actos de idolatría (cf. Nm 31,16).

Exhorta a tomar una decisión. Visita del Señor (Am 3,2; Os 4,9); su palabra es eficaz (16).

Promesa al vencedor, al que colabora en la victoria de Jesús y su mensaje (17b): maná escondido (Éx 16,1-36; Sal 78,24-28; Sab 13,20-29), la eucaristía, que encierra vida definitiva; el guijarro blanco sugiere la idea de victoria, de admisión a la vida; el nombre nuevo (Is 62,2), regalo de amor, refleja el proyecto personal que debe realizar; corresponde a la renovación interior del hombre e implica la intimidad entre el que lo recibe y Jesús.

18-29. En la época romana, Tiatira era un centro sin especial relieve, dedicado a la industria y al comercio (cf. Hch 16,14). A esta ciudad, la menos importante de las mencionadas, se envía la carta más larga, a a su comunidad se aplican los epítetos más solemnes.

Autopresentación de Jesús (18), cf. 1,14s. Juicio de la situación (19-23): Elogio (19). Como en Pérgamo, existe un peligro que procede del interior de la comunidad (20): Jezabel, nombre simbólico, la reina que introdujo cultos idolátricos en Israel (1 Re 16,31; 2 Re 9,22); aquí designa a una persona, probablemente una mujer, que promueve actitudes paganas. Jesús le ha dado tiempo para recapacitar, pero parece demasiado segura de sí misma (21). En el lenguaje profético, la fornicación es figura de la idolatría y puede designar la práctica del modo de vida materialista de aquella sociedad. Acción decidida de Jesús, pero sin amenaza de exclusión; quiere que sus cómplices o víctimas (sus amantes) abran los ojos. Esa escuela (hijos = discípulos) no tendrán futuro (23).

Aunque deben apartarse del culto pagano, no han de constituir un círculo cerrado en medio de la sociedad (24: no os impongo ninguna otra carga); Jesús no prescribe obligaciones, a diferencia de las religiones, que multiplicaban las prescripciones hasta el infinito; basta la fidelidad al evangelio (25). Las profundidades de Satanás puede ser una frase irónica para calificar el conocimiento esotérico de Dios que los sectarios pretender tener (cf. 1 Cor 2,10).

Promesa (26-28); las naciones, el paganismo en cuanto fuerza hostil al reinado de Dios. Estas fuerzas serán progresivamente destruidas (cita adaptada de Sal 2,8s). Se vence al mundo cuando no se pacta con él ni se disimula el mensaje. El lucero de la mañana es Jesús mismo (22,16).

3,1-6. Sardis, antigua capital del reino de Lidia, en la época romana, después del terremoto del año 17 d.C, que había destruido la mayor parte de sus edificios, tenía poca importancia.

Autopresentación de Jesús (1), cf 1,4.16.20. Juicio de la situación: la actividad de esta iglesia no es indicio de vida. Exhortación (2): detener el proceso de desintegración. Vigilancia (cf. Mt 24,42s; 1 Tes 5,2). Es una iglesia sin lucha, agonizante (2). Jesús no apaga la mecha que aún humea, pero la conversión urge; la adhesión al mensaje debe traducirse en la práctica (3). Resto fiel (4): "blanco", el color de la gloria divina.

Promesa (5): el registro de los vivos (lit. "el libro de la vida"), paralelo celeste del registro de una ciudad: pertenecía a la ciudad de Dios.

7-13. Filadelfia, fundada por Átalo Filadelfo, rey de Pérgamo, en el siglo II a.C., también había sufrido grandemente en el terremoto del año 17 d.C. Autopresentación de Jesús: la llave de David (cf. Is 22,22) indica una autoridad sin apelación (7b). Juicio de la situación (8-10): comunidad pequeña y sin pretensiones, formada probablemente por gente humilde, pero, debido a su fidelidad, Jesús le abre la posibilidad de una tarea misionera; la metáfora de la llave se continúa en la de la puerta. Ningún juicio negativo, sólo alabanzas y promesas. Sinagoga de Satanás, cf. 2,9; vayan a postrarse ante ti, cf. Is 60,14; 49,23; 45,13. Los cristianos, el verdadero Israel (9). Ayuda que corrobora la constancia (perseverar en la hora de la prueba o tentación, cf. Mt 6,13) (10). Exhortación particular (11): fidelidad hasta el fin.

Promesa (12): la nueva sociedad humana, concebida como santuario y como ciudad;los que se asocian a la obra de Jesús son el soporte de esa sociedad nueva (cf. 21,2: la nueva Jerusalén). Cuádruple repetición de la fórmula mi Dios, para subrayar la pertenencia absoluta y para siempre; mi nombre nuevo, el del Resucitado, la victoria sobre la muerte.

14-22. Para Laodicea, cerca de Colosas, cf. Col 4,16. Autopresentación (14b): el Amén, aplicado a Dios en el judaísmo, que equivale a los epítetos fiel y veraz, cf. 1,5; el principio de la creación de Dios, cf. Col 1,15; horizonte universal. Juicio de la situación: la comunidad de Laodicea no presenta faltas manifiestamente graves, pero aparece instalada en la mediocridad, quizá por adaptarse a la prosperidad de la ciudad misma; se siente satisfecha y segura (17). Exhortación particular (18): oro, vestido blanco, colirio; alusiones a la properidad de Laodicea, a su industria de lana y a su escuela de medicina. Amor paciente de Jesús, que pretende educar a la comunidad (cf. Prov 3,12; Heb 12,5-11) (19). El amor culmina en la petición de ser acogido; nadie lo espera en esta iglesia segura. No fuerza la entrada, habla invitando. Intimidad simbolizada por la cena (20).

Promesa (21): los que colaboran con Jesús participan de su realeza/condición divina (21).

sábado, 4 de septiembre de 2010

I. LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO. Visión inaugural. Ap 1,9-20.

9 Yo, Juan, hermano vuestro, que comparto con vosotros la lucha, el linaje real y la constancia cristiana, me encontraba en la isla de Patmos por proclamar el mensaje de Dios y dar testimonio de Jesús.
10 Un domingo me arrebató el Espíritu y oí a mis espaldas una voz vibrante como una trompeta, que decía:
11 "Lo que vas a ver, escríbelo en un libro y mándalo a estas siete iglesias: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea".
12 Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba; al volverme vi siete candelabros de oro
13 y en medio de los candelabros una figura humana vestida de túnica talar con una faja dorada a la altura del pecho.
14 El pelo de su cabeza era blanco como lana, como nieve; sus ojos llameaban,
15 sus pies parecían bronce incandescente (Dn 10,5-6) en la fragua y era su voz como el estruendo del océano.
16 Con la mano derecha sostenía siete estrellas, de su boca salía una espada aguda de dos filos y su temblante resplandecía como el sol en plena fuerza.
17 Al verlo caí a sus pies como muerto. Él puso su diestra sobre mí, diciéndome: "No temas, yo soy el primero y el último,
18 el que vive. Estuve muerto, pero como ves estoy vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del abismo.
19 Escribe esto que has visto: lo que está sucediendo y lo que va a suceder después.
20 Éste es el simbolismo de las siete estrellas que viste en mi diestra y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas significan los ángeles de las siete iglesias; los siete candelabros, las sielte iglesias".

EXPLICACIÓN.

9-20 Introducción a las siete cartas. El autor se encuentra desterrado en Patmos, pequeña isla del Egeo cercana a la costa de Asia Menor. (Constancia) cristiana, lit. "en Jesús", equivalente a "en Cristo". Por primera vez aparece en la literatura cristiana el domingo, lit. "el día del Señor"; conmemora la resurrección, y se opone al sábado judío. Escríbelo en un libro; el profeta no debe sólo tomar notas sobre la visión, sino componer un libro para enviarlo a siete comunidades. Se nombran las ciudades donde éstas se encuentran (9-11).

Los siete candelabros de oro (12), dispuestos en círculo (en medio de los candelabros), no equivalen al candelabro judío de los siete brazos; representan a las siete iglesias o comunidades (1,20), que sustituyen ahora al antiguo templo. Una figura humana (13), lit. "como un hijo de hombre", cf. Dn 7,13; descripción de su aspecto (14-15), con rasgos de Dn 10,5s; Ez 1,24; 9,2; 43,2. Los pies de bronce (15) contrastan con los de arcilla de la estatua de Dn 2,33s: firmeza, indestructibilidad. Siete estrellas, los ánteles de las siete comunidades (1,20), que representan su dimensión trascendente; Jesús resucitado garantiza con su energía (mano derecha) la dimensión trascendente (estrella/ángeles) de todas las iglesias. Su única arma, eficacísima, su palabra o mensaje (espada aguda de dos filos) (16).

Terror de Juan (17). Victoria y poder de Jesús sobre la muerte (cf. 1 Cor 15,26.57), descrita con la imagen de tener las llaves de la muerte y del abismo. Lo que está sucediendo corresponde a la primera parte del libro (2,1-3,22); lo que va a suceder después es el contenido de la segunda parte (4,1-22,5).