viernes, 24 de septiembre de 2010

SEXTA TROMPETA O SEGUNDO AY: LA CABALLERÍA INFERNAL. Ap 9,13-21.

13 Al tocar su trompeta el sexto ángel oí una voz que salía de los ángulos del altar de oro que está delante de Dios.
14 Le decía al sexto ángel, al que tenía la trompeta: "Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río, el Éufrates".
15 Quedaron sueltos los cuatro ángeles, que estaban reservados para matar en tal hora, día, mes y año a la tercera parte de la humanidad.
16 Las tropas de caballería contaban doscientos millones; el número lo oí.
17 En la visión vi así a los caballos y a sus jinetes; llevaban corazas color fuego, jacinto y azufre; las cabezas de los caballos parecían cabezas de león y por la boca echaban fuego, humo y azufre.
18 Estas tres plagas, es decir, el fuego, el humo y el azufre que echan por la boca, mataron a la tercera parte de la humanidad.
19 Los caballos tienen su ponzoña en la boca y también en la cola, pues las colas parecen serpientes con cabezas y con ellas dañan.
20 El resto de los hombres, los que no murieron por estas plagas, tampoco se arrepintieron: no renunciaron a las obras de sus manos, ni dejaron de rendir homenaje a los demonios y a los ídolos de oro y plata, bronce, piedra y madera, que no ven ni oyen ni andan (Sal 115,4-7).
21 No se arrepintieron tampoco de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su lujuria, ni de sus robos.

EXPLICACIÓN.

13-21. La voz sale de entre los ángulos del altar donde se han ofrecido las oraciones de los fieles (8,3) (13). También esta plaga, por tanto, es respuesta a ellas, pero no va a afectar a los individuos aislados, sino a la sociedad como tal. Se pensaba que los reinos o imperios estaban protegidos o apoyados por ciertos ángeles. Aquí, los cuatro ángeles atados junto al río Éufrates representan al Imperio de los partos, situado al otro lado del río (14).

Se desata la fuerza de este imperio (15), famoso por su caballería aguerrida e innumerable (16). Había infligido a Roma humillantes derrotas, en 53 a.C. y de nuevo en 62 d.C. Juan describe la ferocidad de esta cabellería diseñando unas bestias mitológicas (17: cabezas de león, etc.). Los jinetes partos llevaban arcos (cf. 6,2) con los que disparaban con atinada puntería lo mismo al atacar que al retirarse (19: los caballos tienen su ponzoña en la boca y también en la cola).

Los estragos de la invasión no eliminan la idolatría. Los hombres no aprenden con los desastres, siguen con los ídolos que no pueden salvarlos (no ven ni oyen ni andan) y que no son más que proyecciones de los que los fabrican (obras de sus manos) (Dn 5,4) (20); tampoco renuncian a la injusticia: violencia, malas artes, inmoralidad, ambición de riqueza (21). El llamamiento divino simbolizado por estas plagas, lo mismo las interiores (langostas) que las que proceden del exterior (invasión), no tienen por finalidad castigar a los hombres, sino hacerlos recapacitar para provocar un cambio de conducta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario