jueves, 30 de septiembre de 2010

CUARTA SECCIÓN: LA SÉPTIMA TROMPETA Y LA SERIE DE LOS CUENCOS. Ap 11,15-19.

15 Al tocar su trompeta el séptimo ángel se oyeron aclamaciones en el cielo:
-¡El reinado sobre el mundo
ha pasado a nuestro Señor y a su Mesías
y reinará por los siglos de los siglos!
16 Los veinticuatro ancianos que están sentados delante de Dios cayeron rostro en tierra rindiendo homenaje a Dios,
17 y decían:
-¡Gracias, Señor Dios, soberano de todo,
el que eres y que eras,
por haber asumido tu gran potencia
y haber empezado a reinar!
18 Montaron en cólera las naciones,
pero tu cólera ha llegado:
el momento de juzgar a los muertos,
pequeños y grandes;
para recompensar a tus siervos los profetas,
a los consagrados y a los que respetan tu nombre,
para destruir a los que destruyen la tierra.
19 Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza; se produjeron relámpagos, estampidos, truenos, un terremoto y temporal de granizo.


EXPLICACIÓN.

Culmina la serie de las trompetas: ante esa realidad de persecución, ha llegado el momento de que reinado de Dios se manifieste a la humanidad, y se acabe la injusticia del mundo. Aclamación entusiasta de voces celestes: los que habían esperado y aquello por lo que habían orado ("llegue tu reinado") va a cumplirse al fin (15).

Los ancianos, la humanidad nueva en su estado definitivo (16), da gracias a Dios por la reivindicación que va a verificarse; el que eres y que eras: llegado el final, se suprime el tercer miembro, y que viene (cf. 1,4-8) (17). El himno utiliza motivos del AT (montaron en cólera las naciones, cf. Sal 2,1; pequeños y grandes, cf. Sal 115,13). A la cólera de las naciones paganas se opone la cólera de Dios (18); este concepto significa que nada detendrá las consecuencias autodestructoras del mal cometido por los hombres. Se mencionan los acontecimientos finales: el juicio, la recompensa y la destrucción de los que destruyen la tierra, los enemigos de la creación de Dios. Las tres denominaciones: los profetas ( cf. 19,10), los consagrados (cf. 5,8) y los que respetan tu nombre, son tres modos de designar a los cristianos, subrayando respectivamente su misión ante el mundo, la presencia del Espíritu en ellos y su fidelidad a Dios.

La acción divina que se anuncia es una teofanía, simbolizada por la apertura del santuario, la aparición del arca, la tempestad y el terremoto la presencia divina hace vacilar la tierra, cf. Éx 19,18; Sal 18,8; 97,4; Hab 3,6.10) (19). El arca de la alianza, garantía de la fidelidad divina, en el momento del juicio (19).

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