viernes, 1 de octubre de 2010

EN EL MONTE SIÓN. Ap 14,1-5.

14 1 En la visión apareció el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban inscrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre.
2 Oí también un fragor que bajaba del cielo, parecido al estruendo del océano y al estampido de un trueno fuerte;
3 era el son de citaristas que tañían sus cítaras delante del trono, delante de los cuatro vivientes y los ancianos, cantando un cántico nuevo.
Nadie podía aprender aquel cántico fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil, los adquiridos en la tierra.
4 Estos son los que no se han manchado con mujeres, porque son vírgenes; éstos son los que siguen al Cordero adonde quiera que vaya; los adquirieron como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero.
5 En sus labios no ha habido mentira, no tienen falta.


EXPLICACIÓN.

Escenario, la tierra. La comunidad cristiana, que en la descripción anterior aparecía meramente pasiva, perseguida y oprimida por el poder, está, en realidad, segura, apiñada en torno a Jesús, gozosa y dispuesta a continuar su misión.

El monte Sión, símbolo de firmeza y seguridad; la presencia de Dios en él lo pone por encima de cualquier amenaza. Lugar idealizado desde donde se ejerce la acción del Mesías en la historia. Ciento cuarenta y cuatro mil (cf. 7,1-9), el nuevo Israel universal; el múltiplo mil se aplica a las realidades históricas en cuanto en ellas se ejerce la acción del Mesías. Los 144.000 representan, pues, al pueblo de Dios en cuanto asociado a la obra de la salvación mesiánica. En la frente, el sello impuesto en 7,1-9, en oposición al de la fiera; cf. 13,16 (1).

Que bajaba del cielo (2), la morada divina (cf. Ez 1,24; 43,2; Sal 29,3ss; 46,7), majestad (océano) y fuerza, atributos de Dios (trueno), canto acompañado de cítaras (3), armonía y dulzura. El cántico nuevo, cf. Sal 3,3; 40,4; 96,1; 98,1; 144,9; 149,1; se celebra la presencia y la actividad del Mesías-Cordero en la historia humana, con referencia al éxodo que efectúa (cf. 15,3).

Aun en medio de su tribulación, la iglesia terrestre puede unir su voz al cántico celeste. Características de los 144.000: no se marcharon con mujeres (4), metáfora para indicar que están siempre dispuestos al combate (cf. Dt 23,10-12; 1 Sm 21,5s; pureza o abstinencia sexual de los soldados en campaña); se han comprometido a estarlo siempre (porque son vírgenes). Esa disposición y prontitud les permite seguir a Jesús sin condiciones (adonquequiera que vaya), colaborando en la obra salvadora. Primicias, horizonte de salvación para la humanidad entera. No hubo mentira (5) (cf. Sal 32,3; Sof 3,13; Is 53,9): no han disimulado su adhesión a Jesús ni han cedido a compromisos con el paganismo opresor (cf. 13,8). No tienen falta, resume lo anterior.

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