miércoles, 6 de octubre de 2010

SE ANUNCIA LA CAÍDA DE BABILONIA. Ap 18,1-24.

18 1 Vi después otro ángel que bajaba del cielo; venía con gran autoridad y su resplandor iluminó la tierra.
2 Gritó a pleno pulmón:

-¡Cayó, cayó la gran Babilonia!
Se ha convertido en morada de demonios,
en guarida de todo espíritu impuro,
en guarida de todo pájaro inmundo y
repugnante;
3 porque el vino del furor de su fornicación
lo han bebido todas las naciones,
los reyes de la tierra fornicaron con ella
y los comerciantes se hicieron ricos
con su lujo desaforado.

4 Y oí otra voz del cielo que decía:

- Pueblo mío, sal de ella
para no haceros cómplices de sus pecados
ni víctimas de sus plagas;
5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo
y Dios se ha acordado e sus crímenes.
6 Pagadle con su misma moneda,
devolvedle el doble de lo que ha hecho,
mezcladle en la copa,
el doble de lo que ella se mezcló.
7 En proporción a su fasto y a su lujo
dadle tormento y duelo.
Ella solía decirse:
"Sentada estoy como una reina,
viuda no soy y duelo nunca veré";
8 por eso el mismo día le llegarán todas sus plagas,
epidemia, duelo y hambre,
y el fuego la abrasará,
porque es fuerte el Señor Dios que la juzga.

LAMENTACIÓN POR BABILONIA.

9 Llorarán y plañirán por ella los reyes de la tierra que con ella fornicaron y se dieron al lujo, cuando vean el humo de su incendio;
10 manteniéndose a distancia por miedo de su tormento, dirán:

-¡Ay, ay de la gran ciudad,
de Babilonia la ciudad poderosa!
¡Que haya bastado una hora para que llegue tu castigo!

11 También los comerciantes de la tierra llorarán y plañirán por ella, porque su cargamento ya no lo compra nadie;
12 el cargamento de oro y plata, pedrería y perlas; de lino, púrpura, seda y escarlata, toda la madera de sándalo, los objetos de marfil y de maderas preciosas, de bronce, hierro y mármol;
13 la canela, el clavo y las especias, perfumes e incienso, vino y aceite, flor de harina y trigo, ganado mayor y menor, caballos, carros, esclavos y siervos.

14 - La fruta de otoño que excitaba tu apetito
se alejó de ti,
toda opulencia y esplendor
se acabó para ti,
y nunca volverán.

15 Los que comerciaban en estos géneros y se hicieron ricos a costa de ella se detendrán a distancia por miedo de su tormento,
16 llorando y lamentándose así:

-¡ Ay, ay de la gran ciudad!
La que se vestía de lino,
púrpura y escarlata
y se enjoyaba con oro,
pedrería y perlas.
17 ¡Que haya bastado una hora
para asolar tanta riqueza!

También los pilotos, los que navegan de puerto en puerto, los marineros y cuantos viven del mar se detuvieron a distancia
18 y gritaban al ver el humo de su incendio: "¿Quién podía compararse con la gran ciudad?"
19 Se echaron polvo en la cabeza y gritaban llorando y lamentándose:

-¡Ay, ay de la gran ciudad
donde se hicieron ricos todos los armadores
por lo elevado de sus precios!
¡Que haya bastado una hora para asolarla!
20 ¡Regocíjate, cielo, por lo que le pasa,
y también vosotros, los consagrados,
los apóstoles y los profetas!
Porque, condenándola a ella,
Dios ha reivindicado vuestra causa.

UN ÁNGEL REPRESENTA LA CAÍDA DE BABILONIA.

21 Un ángel vigoroso levantó en vilo una piedra del tamaño de una rueda de molino y la tiró al mar diciendo:

-Así, de golpe,
precipitarán a Babilonia, la gran ciudad,
y desaparecerá.
22 El son de cítaras y músicos,
de flautas y trompetas
no se oirá más en ti,
ni artífices de ningún arte
habrá más en ti,
ni murmullo de molino
se oirá más en ti,
23 ni luz de lámpara
brillará más en ti,
ni voz de novio y novia
se oirá más en ti,
porque tus comerciantes eran los magnates de la tierra
y con tus brujerías embaucaste
a todas las naciones.
24 Y en ella se encontró sangre de profetas
y consagrados
y de todos los asesinados en la tierra.


EXPLICACIÓN.

1-24. Proclamación celeste de la ruina del imperio por boca de un mensajero excepcional (gran autoridad); la presencia del ángel ilumina la tierra: alegría y esperanza (1).

Se compara la caída de Roma a la de la antigua Babilonia; Cayó, cf. 14,8; Is 21,9; Jr 51,8; morada de demonios, etc.. cf. Is 13,20s; 34,11; jr 50,39; Bar 4,35 (2). El vino, etc., 14,8; 17,2; Is 23,17; Jr 51,7.

Desde el cielo, aviso a los fieles; la voz pertenece a Dios o a Jesús (Pueblo mío). Sal de ella, cf. Is 48,20; 52,11; Jr 51, 6.45 (4). Sus pecados, cf. Jr 51,9; Jon 1,2 (5).

Orden celeste: el doble (6), cf. Is 40,2 (6). El castigo que nunca previó, cf. Is 47,7-9; sentada estoy, seguridad; no soy viuda desamparada, tiene aliados que le ayudarán en caso de peligro; duelo, confianza en su situación (7). Atroz desengaño (8).

9-20. En la tierra, tres coros entonan sus lamentaciones, todos manteniéndose a distancia (vv. 10,15.17b), para que no los envuelva el desastre: los reyes aliados no salen de su asombro al ver aquella ruina subitánea (que haya bastado una hora), y prevén la suya propia (9-10).

Los exportadores de objetos de lujo (predominantes con mucho en la lista) y alimentación, y de mercancía humana (desprecio del hombre), que pierden su gran cliente (11-13), comprenden que la ruina de ese mundo refinado e insaciable (la fruta, etc.) es definitiva (14) y se lamentan a distancia, asombrados del cambio repentino de opulencia a desolación (15-17a).

Los navegantes, que aseguraban el comercio, añoran la grandeza de la admirada metrópolis (¿Quién podía compararse ...?); su desconsuelo es máximo (lloraban) al ver evaporarse sus ganancias (17b-19).

Exhortación a la alegría común de los habitantes del cielo (cf. 12,12, de la caída del dragón; Sal 96,11; IS 44,23; 49,13) y de la comunidad cristiana (los dos aspectos de la iglesia), especificada en los dos carismas principales (los apóstoles y los profetas), por haber sido eliminado el foco de infección mundial. Reivindicación en la historia, respuesta a 6,9 (20).

21-24. Acción simbólica (cf. Jr 51,63; Mt 18,6) de un ángel, explicada por él mismo (21-24). La ruina destruye la vida doméstica de la gente sencilla, la fiesta, el trabajo, el cariño: el son de cítaras, etc., cf. Is 24,8; Ez 26,13 (22); ni voz de novio y novia, etc., Jr 7,34; 16,9; 25,10 (23a). Pero el imperio, con su comercio, dominaba al mundo, engañando con sus malas artes (23b); su poder criminal se ejercía no sólo con los cristianos, sino con la humanidad entera, cf. 6,10; 17,6; 19,2; Jr 51,49; Ez 24,7 (24).

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